Una noche tranquila manejando por la autopista sur, el tráfico estaba pesado pero no era diferente al normal de esa zona, ¿echar gasolina? No, la cola está muy larga, continuemos hacia el sur por la recta de CABEL, todo normal mientras me reincorporo hacia el canal lento de la autopista.
El ánimo dentro del carro era jovial, veníamos de pasar un rato celebrando en una amena tertulia, 4-0 el resultado del partido, Carabobo FC le había pegado un baile a Mineros de Guayana, distinguido rival de la liga venezolana de futbol, habíamos pasado un rato agradable hablando y celebrando la excelente forma del no tan glorioso equipo regional cuando a alrededor de las 8pm decidí llevar a mis amigos hacia sus respectivos hogares.
Todo iba perfecto manejando el Corolla gris hermoso, carro fiel y respondedor, el canal lento iba a una velocidad lenta medio cola, hago un chequeo al espejo retrovisor… nada.
De pronto sin ningún aviso, me llama la atención la súbita aparición desde entre dos carros del carril central de un vehículo Optra gris, quizá crema, el carro venía a toda velocidad, obviamente el conductor no tenía control sobre su vehículo que se deslizaba lateralmente echando humo de los frenos bloqueados, miro hacia adelante, ¿qué puedo hacer?, solo me da tiempo de acelerar un poco hacia adelante, ligando no pegarle a la Cherokee blanca y a que el desenfrenado carro le dé chance de dirigirse al adyacente montaral.
En menos de un segundo, el Optra embiste sonoramente mi maleta con toda su fuerza, el Corolla se sale de control, pega de lleno con la Cherokee de adelante, patina un trompo semi completo y se detiene mirando hacia atrás, 180°, mitad en el monte y en la carretera.
El ruido había sido seco y muy sólido, entonces caigo en cuenta de lo que acaba de pasar, acaba de ocurrir una colisión seria, un rápido chequeo, estoy bien y mis amigos también, luego de una breve reflexión de 15 segundos, me preocupo ante la condición del otro conductor, el choque fue feo.
Me bajo del Corolla, camino hacia el Optra, que esta postrado en el montaral a unos 4 metros habiendo dejado una estela en la tierra, el conductor aparenta estar sano, sus bolsas de aire se activaron y su vehículo no enciende a pesar de sus intentos.
¿Qué pasó? Le increpo al otro conductor, “fallaron los frenos” me responde, pasamos los siguientes minutos hablando con él, me dice que no tiene seguro, que él se va a hacer cargo, que no llame a transito no hace falta.
A todas estas su copiloto también se había bajado del carro, había empezado a hablar con los afectados por el choque, una camioneta Cherokee blanca y carrito viejo cielo azul, sus ocupantes parecen estar bien.
Mientras discutimos los daños y lo que paso entre los afectados, quedamos boquiabiertos cuando el dueño del Optra se nos pierde y logra encender su vehículo, con su cara muy seria y repartida comienza a retroceder y arranca hacia la autopista, la movida boleta nos toma a todos por sorpresa, hasta su compañero quedo congelado, este último, dándose cuenta repentinamente de lo que acaba de suceder, arranca en la carrera para alcanzar al Optra.
Yo escucho que alguien dice “síguelo”, de repente surge de mi la necesidad lógica de obedecer, pego la carrera como nunca, el Optra había desacelerado para recoger a su abandonado compañero pero, al ver que yo venía corriendo detrás, arranca mientras aquel comenzaba a abrir la puerta, el moreno entonces reanuda su carrera, yo lo sigo, solo puedo ver el pavimento, mis piernas, manos y el objetivo, nada más existe, corro como nunca, lo estoy alcanzando, lo voy alcanzando y shaz lo alcanzo, le agarro un brazo y lo freno, intercambiamos miradas, su cara me decía ¿y ahora qué?, forcejeamos un par de segundos, casi saltando al carril de circulación de la autopista, me empuja y me saca de carrera, me caigo por el borde, mi amigo que tiene mejores condiciones físicas lo alcanza 5 mts más adelante y ahora sí, lo detiene, llega el carrito cielo y un par de motorizados aleatorios, cuando volteo hacia atrás había corrido casi 100mts, sin duda que gracias a la adrenalina no sentí que pasara en más de 10 segundos.
Comienzan sus explicaciones “Yo no tengo nada que ver chamo, yo siempre le pido la cola, él es mi taxista”, luego de varios intentos infructuosos increpándolo para que nos de la dirección del carajo, lo único que podemos obtener es el teléfono, el cual obviamente no responde, en eso llega tránsito, trajeron consigo a los paramédicos, examinan a una pasajera de la Cherokee tiene un chichón, describimos todo lo que acaba de pasar y así termina el capítulo, nos vamos con el guardia y mis padres que también llegaron. Una grúa remolca el Corolla y me voy montado en el hasta el puesto de tránsito de lomas del este.
Del suceso solo queda reflexionar, ¿Qué más pude haber hecho?, ¿y si hubiera echado gasolina?, ¿salido más temprano?, las posibilidades cuánticas son infinitas, simplemente estuve en el lugar equivocado en el momento equivocado, sino hubiera sido yo, hubiera sido otro. ¿Qué más pude haber hecho? Más que un ejercicio inútil masoquista, quedó para una futura experiencia, quizás intentar quitarle las llaves del carro al del Optra, o un objeto, como garantía, porque no tenían ningún margen de maniobra ante la velocidad que traía aquel carro.
Quizás gozar de una de esas consolaciones tan venezolanas que repito en mi mente, “por lo menos estas bien”, “pudo ser peor”, lo cierto es que aquel individuo, al que solo tengo insultos para recordarlo, más allá de su condición económica no tiene ni un mínimo de honor, sentido común, ni respeto por el prójimo, si él hubiera sido la víctima con toda seguridad si hubiera reclamado sus derechos con vehemencia, pero estando del lado del vivo tuvo mucho éxito, lo que sí es que, considerando su imprudencia y degeneración, es lo más probable que no aprenda y que sufra otro accidente igual o peor en un futuro.
Quedará ver qué futuro se depara para el héroe Corolla, que por 17 años nos ha llevado y traído hacia y desde donde hemos querido. En cuanto al lugar, me toco el extremo chimbo de la libertad y al victimario le toco el lado chévere, no hay autoridad que haga cumplir la ley en la carretera, no tienen las herramientas ni la disposición para hacerlo, mientras a ese sujeto se le permita manejar en nuestras carreteras, las mismas siempre se encontrarán entre las más peligrosas del planeta acompañando a las de Rusia.